Buenas de nuevo a todos.
Comienza el curso escolar, para desgracia de muchos niños, para regocijo de la mayoría de los padres. Tengo que reconocer que cuando eran pequeños mis hijos, me quedaba en la gloria cuando empezaba el curso. Sin embargo, ahora que se están haciendo mayores, las cosas son distintas. Parece que conforme van creciendo, los veranos son más entretenidos con ellos... Pero el problema es que por lo menos en España, las vacaciones de verano son excesivamente largas: son más de dos meses y medio sin "pegar ni chapa". Eso no hay quien lo soporte intelectualmente hablando. ¿Cómo te pones de nuevo a trabajar después de estar tanto tiempo sin hacer nada? Insisto que creo que no es bueno tener tanto tiempo de descanso.
Recuerdo cuando eran pequeñitos mis hijos; tengo anécdotas muy divertidas. Recuerdo la primera vez que mi hijo mayor llegó a su guardería. Tenía algo de faringitis, y como buena madre primeriza, pensaba que el niño estaba enfermísimo, y claro, el niño no tenía nada más que cuatro virus medio agarrados a la garganta y ya está. Pero yo, allá que llevé al niño con todo el dolor de mi corazón a una guardería regentada por unas monjas más buenas que el pan. Yo, con el corazón encogido dejé a la criaturita allí. ¡¡ME FUI LLORANDO!!! Qué pena más grande me daba.
Pues hace unos cuatro o cinco años, cuando ya era madre experimentada, llegaba al colegio, y me quedaba bien a gusto cuando los dejaba a todos allí. Pero la gracia de lo que estoy contando es explicaros la diferencia entre la reacción de mis hijos: mientras el mayor se quedó tristón mirándome con cara de pena, la pequeña comenzó a llorar como una loca y se me agarró a la pierna y berreaba: "MAMAAAA NO ME DEJEEEEES", y yo, que hablaba a los padres primerizos en el colegio sobre el apego seguro y demás historias psicológicas, me daba vergüenza ver a la muy gamberra chillando así. Pensaba para mis adentros que si alguno de esos padres veía la escena, seguro que pensaba que no era muy coherente aquello.
En conclusión, amigos, las madres nos vamos relajando poco a poco. Primero se llora, pero cuando tienes unos cuantos, se suspira y se da gracias a Dios por la existencia de los colegios!!! Y mientras yo suspiraba y agradecía seguir con mi pierna en su sitio en vez de haberse quedado en la clase de mi hija, miraba a mi alrededor y veía a las madres primerizas llorando por la separación traumática madre-hija. Qué risa, Señor.
Sin embargo, ahora os aseguro que el planteamiento veraniego ya es diferente. Ahora conseguimos divertirnos todos juntos y hacer familia. Es un tiempo para disfrutar unos de otros, para discutir también, para relajarse, aunque sea en algunos momentos y en algunas cosas demasiado relax, y para ir en familia en busca de la felicidad. Obviamente, la felicidad total no es posible encontrarla porque nunca puede ser completa, pero sí que se puede conseguir acercarse bastante a ese IDEAL. Yo creo que esa felicidad sólo la podremos disfrutar totalmente cuando lleguemos al cielo... Espero llegar allí para experimentarla.
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