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miércoles, 20 de junio de 2012

EN DEFENSA DE LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO

Buenos días a todos.
Ayer mantuve una conversación muy interesante sobre la parábola del Hijo Pródigo. Pensábamos lo aparentemente injusta que es la parábola, pues el pobre hijo mayor, que siempre está con su padre, le molesta que llegue el pequeño después de vivir una vida deshonrosa, y se lleva los regalos.
Para que todos los que leáis esto tengáis una idea más clara de esta maravillosa parábola, la pongo para que la recordéis.

Contó Jesús esta otra parábola: “Un hombre tenía dos hijos. 12 El más joven le dijo: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde.’ Y el padre repartió los bienes entre ellos.j 13 Pocos días después, el hijo menor vendió su partek y se marchó lejos, a otro país, donde todo lo derrochó viviendo de manera desenfrenada. 14 Cuando ya no le quedaba nada, vino sobre aquella tierra una época de hambre terrible y él comenzó a pasar necesidad. 15 Fue a pedirle trabajo a uno del lugar, que le mandó a sus campos a cuidar cerdos. 16 Y él deseaba llenar el estómago de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba.l 17 Al fin se puso a pensar: ‘¡Cuántos trabajadores en la casa de mi padre tienen comida de sobra, mientras que aquí yo me muero de hambre! 18 Volveré a la casa de mi padre y le diré: Padre, he pecado contra Dios y contra ti, 19 y ya no merezco llamarme tu hijo: trátame como a uno de tus trabajadores.’ 20 Así que se puso en camino y regresó a casa de su padre.
“Todavía estaba lejos, cuando su padre le vio; y sintiendo compasión de él corrió a su encuentro y le recibió con abrazos y besos. 21 El hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra Dios y contra ti, y ya no merezco llamarme tu hijo.’ 22 Pero el padre ordenó a sus criados: ‘Sacad en seguida las mejores ropas y vestidlo; ponedle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies.m 23 Traed el becerro cebado y matadlo. ¡Vamos a comer y a hacer fiesta, 24 porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a vivir; se había perdido y le hemos encontrado!’ Y comenzaron, pues, a hacer fiesta.
25 “Entre tanto, el hijo mayorn se hallaba en el campo. Al regresar, llegando ya cerca de la casa, oyó la música y el baile.26 Llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba, 27 y el criado le contestó: ‘Tu hermano ha vuelto, y tu padre ha mandado matar el becerro cebado, porque ha venido sano y salvo.’ 28 Tanto irritó esto al hermano mayor, que no quería entrar; así que su padre tuvo que salir a rogarle que lo hiciese. 29 Él respondió a su padre: ‘Tú sabes cuántos años te he servido, sin desobedecerte nunca, y jamás me has dado ni siquiera un cabrito para hacer fiesta con mis amigos. 30 En cambio, llega ahora este hijo tuyo, que ha malgastado tu dinero con prostitutas, y matas para él el becerro cebado.’
31 “El padre le contestó: ‘Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. 32 Pero ahora debemos hacer fiesta y alegrarnos, porque tu hermano, que estaba muerto, ha vuelto a vivir; se había perdido y lo hemos encontrado.’ 

Y bien, os cuento que me vino a la cabeza un estupendo libro que profundiza sobre esta parábola, que se llama EL REGRESO DEL HIJO PRODIGO. MEDITACIONES ANTE UN CUADRO DE REMBRANDT, de H. Nouwen. De la lectura de este libro yo saqué varias conclusiones:

1.- Hay tres personajes que cualquiera de nosotros podemos encontrarnos en algún momento en esa tesitura: 
a) El hijo menor, cuando haces algo mal contra alguien, te arrepientes, y deseas desesperadamente que te perdonen. Cuando eres correspondido y te perdonan, la tranquilidad y alegría que te provoca es maravillosa.
b) El hijo mayor, que siempre está ahí, con su padre, y que se siente injustamente tratado e inferior al otro. Este papel lo practicamos también todos y cada uno de los mortales, cosa -por otro lado- comprensible también.
c) El padre, o en definitiva, la persona que perdona. Sobre todo si es alguien que quieres con locura, por ejemplo un hijo, lo perdonas y haces una fiesta. Eso también es estupendo. ¿Qué padre no hace una fiesta cuando su hijo cambia y vuelve al hogar? No es que no quiera a los demás, simplemente es que ese hijo estaba muerto, y vuelve a la vida...

Por otra parte, las reacciones humanas son impresionantes:

a) El arrepentimiento del hijo menor: no es que cuando ya no tengo nada, entonces me acuerdo de mi padre... Es arrepentimiento sincero, es decir, que se sea consciente de que se ha actuado mal, tienes DOLOR de esa forma de actuar, y lo más importante de todo: CAMBIAS Y TIENES EL PROPOSITO DE ENMIENDA, vamos, que ya no lo vas a volver a hacer.
b) La envidia del hijo mayor. Es una actitud muy humana, pero no es correcta. Ayer discutíamos si es justo o no. Acabamos hablando de que los padres terminan justificando lo injustificable, pero creo que esta parábola no tiene nada que ver con la justificación, sino con el PERDON. El padre dice: "sí, has actuado mal, pero has vuelto a la vida porque ya no vas a continuar por ese camino. TE PERDONO". Es un hecho objetivo que el hijo ha actuado mal, pero el padre no es un justiciero (para eso está Clin Eastwood), el padre perdona.
c) El perdón sincero. El padre olvida de verdad lo que su hijo ha hecho. Si perdonamos a medias, no perdonamos del todo. Siempre me ha llamado mucho la atención (yo misma lo hago) esa frase que dice: YO PERDONO PERO NO OLVIDO. Ahí hay un rencor como la copa de un pino. Si un hijo te viene arrepentido, ¿cómo le vas a estar recordando toda la vida lo que te hizo? Eso no solo es no cristiano, es que encima es una tortura china para el desgraciado arrepentido!!!!

En fin, nada más. Hoy tenía ganas de hablar del Hijo Pródigo.
Hasta la próxima.

4 comentarios:

  1. Querida hermana, creo que todos somos y tenemos hijos pródigos, a la vez; todos somos a la vez hijos y padres y abuelos pródigos; formamos parte de la eternidad, que es una visión quieta del tiempo. O, a lo mejor, no existe el tiempo. ¿Tendría entonces razón no perdonar eternamente?

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  2. Efectivamente, todos tenemos algo de pródigo, de hermano mayor, y de padre que perdona.
    A mí me gusta pensar en el hecho de que para Dios no hay dimensiones como nosotros, que estamos sometidos al espacio y al tiempo. Si para Dios no hay ni espacio ni tiempo, es como cuando ves un cuadro... Así es como creo que nos ve Dios...

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  3. Pues a mi me parece injusta:el mayor jodido,y nada,ni maldito caso.El menor la caga,y el padre sólo le mima y le da regalo.Y en cima ,el padre blbblabla con el mayor y al final,jodido,pero lo llega a hacer el hermano mayor y vamos...se llevaria bronca del padre...

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  4. Bueno..., yo no sé hasta qué punto el mayor estaba jodido. No parece que el mayor tenga ningún problema... Vive cómodamente, al lado de su padre... Trabaja pero jamás le falta de nada, ni siquiera el cariño de su padre. Y es verdad que el menor se equivoca, pero yo creo que lo más importante de esta parábola es el arrepentimiento sincero del menor, y el padre se da cuenta de ello.
    Además, cuando nos equivocamos nos gusta que nos perdonen, eso seguro. Así creo que debe ser Dios: no un justiciero sino que cuando vea nuestro arrepentimiento sincero se alegre en el alma, no nos diga: ok, te arrepientes pero ahora vas a pagar lo que has hecho... Si eso llegara a ser verdad, estaríamos todos castigados: el hermano mayor, el menor, el mediano y todos...
    En mi caso, por ejemplo, que soy madre, cuando uno de mis hijos aprende a comer y cortar la carne, por ejemplo, me alegro má que los demás. Cuando al que más le cuesta pedir perdóon lo pide, me alegro más que el que se arrepiente antes...
    No sé, es un comentario... Pero creo que a los que os parece injusta esta parábola es que no os acabáis de poner nunca como culpables; siempre os ponéis en el lugar del hermano mayor.

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