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lunes, 20 de mayo de 2013

NI CHISMES NI COMPARACIONES


Hace un par de días leí un artículo interesante sobre una actitud muy humana pero bastante despreciable: el chismorreo. En definitiva, es inmiscuirse y curiosear en la vida de los otros. Y nos podríamos preguntar: " y a mí, ¿qué me importa lo que hagan los demás?". Hay dos maneras de inmiscuirse en la vida de los demás: En primer lugar, la "comparación", el "compararse con los demás". Cuando existe esta comparación, terminamos en la amargura y hasta en la envidia, y la envidia es capaz de arruinarnos, haciéndonos mucho daño. La segunda forma son los chismesEl chismorreo es una forma de maltratar a los demás, inmiscuirse en la vida del otro, ridiculizarlo y tratar de evidenciar cosas que pueden tergiversarse y desvirtuarse de tal manera que se acaba disminuyendo al otro, que además no está delante para defenderse. La verdad es que nos resulta agradable contar chismes de los demás... No sé por qué, pero sienta bien. Dice el Papa Francisco que chismorrear de los demás es como un caramelo de miel, ¿verdad? Te comes uno -¡Ah, qué bien! -Y luego otra, otra, otra, y al final tienes dolor de estómago. ¿Y por qué? El chisme es así: es dulce al principio y luego te arruina, ¡te arruina el alma! Los chismes son destructivos... Es un poco como el espíritu de Caín: matar al hermano, con su lengua; ¡matar a su hermano! 

Pero ¿cómo se presenta el chisme? Normalmente, hacemos tres cosas: 
Desinformamos: decir solo la mitad que nos conviene y no la otra mitad; la otra mitad no la decimos porque no es conveniente para nosotros. 
En segundo lugar está la difamación: Cuando una persona realmente tiene un defecto, y ha errado, entonces contarlo, "hacer de periodista"... ¡Y la fama de esta persona está arruinada! 

Y la tercera es la calumnia: decir cosas que no son ciertas. 

En fin, yo os he resumido lo que he leído, es francamente interesante las cosas que dice el Papa Francisco, os recomiendo que lo leáis porque es muy certero y claro. El Papa nos anima a que hagamos un examen de conciencia y tratemos de evitar en nosotros mismos y en los demás, esta actitud tan despreciable -y tan humana, por desgracia- que es el cotilleo. Ya lo he dicho en algún momento pero lo repetiré: el chismorreo es propio de desocupados.

jueves, 9 de mayo de 2013

HABLAR DE USTED... O NO HABLAR DE USTED

Esta mañana he puesto gasolina en el coche, y cuando he entrado a pagar, el cajero, muy amable él, me ha dicho: "¿QuiereS el recibo?" a lo que yo le he contestado: "Es USTED muy amable, gracias". Su respuesta ha sido algo así como "Nada, mujer, ya sabeS que ....". Es decir, que no ha pillado la indirecta de lo del USTED. Me ha sentado bastante mal.

Yo creo que el hecho de hablar de usted a las personas no significa que te tengas que sentir humillado ni nada por el estilo. Creo que hablar de usted es una forma de respeto hacia tu receptor, ya sea por ser alguna autoridad, o ser alguien que no conoces, y ya ni contar que sea alguna persona de edad avanzada. A mí me parece bien que al profesor se le hable de usted, ya que no es el "colega" de turno que se pone al mismo nivel del alumno. El profesor debe mantener las distancias, cordial pero sin perder la autoridad, y hablar de usted es una manera estupenda de marcar esa distancia.

De todos modos, y sin ánimo de hacer una disertación filosófica sobre el uso o no uso de la palabra USTED, me gustaría autoanalizarme respecto a esta problemática. Me explico.

Cuando yo era "más joven" de lo que soy ahora, me costaba hablar de usted a gente que podía ver más joven que yo, o de mi misma edad. Con los años he cambiado, pero voy a hacer una especie de fases que creo que a mucha gente le pasa igual:

- Desde que tienes uso de razón hasta la juventud: nadie te habla de usted, y si te habla de usted te sientes muy raro. Incluso a tí te cuesta hablar de usted a una madre o un padre de un amigo porque te da vergüenza que te digan: no me hables de usted, que soy muy joven. ERES UNA CRIATURA.
- La segunda fase ocurre cuando un día entras en un ascensor, y la cosa cambia porque te aparece un chavalillo de 14 años y te pregunta, a tí, tan jovenzuela (unos 20 años máximo): ¿A qué piso va? Y entonces tú te preguntas: ¿por qué me habla de usted el monigote éste? ¿qué se habrá creído? Pero si soy casi de su edad. ¿Me habrá creído más mayor que él?... ERES JOVEN.
- La tercera fase ocurre cuando ese mismo acontecimiento de la fase anterior te vuelve a ocurrir y entonces te gusta. Piensas, a eso de las treinta y tantos: "bueno, bueno, ya infundo algo de respeto, no está mal". Pero a la vez, si te llaman de tú tampoco te molestas porque en el fondo halaga tus oídos pues te piensas, infeliz de tí, que estás en plena juventud. ERES ADULTO/A.
- La cuarta fase es cuando vuelve a ocurrirte algo similar al paso dos y tres, pero al revés, es decir, que te dicen: "¿A qué piso vas?" y tienes ante tí a un pringadillo de 14-16 años que va de sobrado por la vida. Y entonces tú piensas: ¿Pero será maleducado el niñato este? En este punto, y sólo en este punto, es cuando te das cuenta de la más cruda realidad: TE HAS HECHO MAYOR. 
- Una quinta fase es cuando, ya te hablen de tú, ya te hablen de usted, te fastidia. Es más, te fastidia todo. En este punto llega otra -la peor- de las más crudas realidades:  TE HAS HECHO VIEJO/A. Y la verdad es que te da igual todo porque estás de mala baba todo el santo día. 

A partir de ahora, podéis analizaros todos: ¿en qué fase estás? Yo en la cuarta (os remito a la anécdota de la gasolinera que he contado). Si alguno está en la quinta, ¡ojo!, pues solamente se le puede perdonar si tiene más de 90 años, si está por debajo de esta edad, ES QUE ES UN VIEJO PREMATURO.
Un abrazo a todos.