El otro día me calificaron como "resiliente". Al principio, si os soy sincera, entendí que yo era una "residente", pero me pareció que estaba fuera de contexto. Tuve que volver a preguntar: ¿que soy qué?. Pues eso, una resiliente.
Parece que esta palabra la ha puesto de moda la psicología actual. Dice la psicología que la resiliencia es la capacidad de los sujetos para sobreponerse a períodos de dolor emocional y traumas... Bueno, mirándolo así puedo reconocer que he sido capaz de sobreponerme a mi dolor emocional, que es casi peor que el físico, eso os lo aseguro yo.
Claro, que viendo otros ejemplos de personas heroicas, lo mío, para ser sincera, ha sido de andar por casa. Ya sabéis que a mí me gusta mucho pensar sobre la libertad, y no esa libertad mal entendida de hacer lo que a uno le apetece, puesto que cuando uno actúa simplemente por lo que le apetece termina siendo esclavo de sus apetitos...
Vuelvo a pensar en los años 40 en Auschwitz, en aquellas personas que, no sólo soportaron el horror de la guerra más cruel y sanguinaria que jamás había ocurrido, sino que además sobrevivieron para poder contarlo, poder escribirlo, y poder, finalmente, profundizar sobre lo que ocurrió allí. ESO ES UN RESILIENTE, lo demás es "pecata minuta".
En el libro de Viktor Frankl, "El hombre en busca de sentido", me parecen maravillosos ciertos pasajes en los que demuestra que el hombre es capaz de actuar de manera heróica. De hecho, cuenta este psiquiatra que en medio del horror que vivían a diario, eran capaces de asombrarse ante lo cotidiano. Una tarde, mientras comían lo poco que tenían para comer, un prisionero llegó corriendo para decirles que salieran al patio a contemplar la maravillosa puesta de sol, y de pie, allá fuera, vieron hacia el oeste densos nubarrones y todo el cielo plagado de azul acero al rojo bermellón, mientras que los desolados barracones grisáceos ofrecían un contraste hiriente cuando los charcos del suelo fangoso reflejaban el resplandor del cielo. Entonces, después de dar unos pasos en silencio, un prisionero le dijo a otro: "¡Qué bello podría ser el mundo!".
Afirma Frankl que de la experiencia de un campo de concentración se podría sacar la impresión de que el ser humano es alguien completamente influído por su entorno. Pero este resiliente reflexiona y dice: ¿Y qué ocurre con la libertad interior? ¿De verdad el hombre no puede escapar de las influencias que le rodean? ¿Es que no tiene capacidad de elección?. Cierto es que hay momentos en los que no te queda mucha capacidad de elección, pero siempre te quedará la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias para decidir tu propio camino. Quizá esa es la clave para ser un resiliente: o entrar en estados de apatía, tristeza o desesperación, o comprender que todos los aspectos de la vida, incluso el sufrimiento, son significativos. El sufrimiento no puede erradicarse, luego forma parte de la vida, sin él -sin el sufrimiento, digo-, la vida no sería completa.
Termina Frankl esta obra definiendo al ser humano: "Nuestra generación es realista, pues hemos llegado a saber realmente lo que es el hombre. Después de todo, el hombre es ese ser que ha inventado las cámaras de gas de Auschwitz, pero también es el ser que ha entrado en esas cámaras con la cabeza erguida y el Padrenuestro o el Shema Yisrael en sus labios". No sé lo que opinaréis vosotros, pero yo creo que es una de las definiciones más profundas y acertadas que he leído en mi vida. Pues el hombre es el ser que es capaz de hacer las mayores atrocidades y a su vez, es capaz de realizar las mayores heroicidades. Todos podemos, en consecuencia, llegar a ser héroes; tan solo es cuestión de proponérselo.
Enhorabuena!!!! Me ha parecido acertadisimo!!!!
ResponderEliminarUna de tus mejores entradas,....!!
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