Buenos días por la mañana.
Hace unos días terminé de leer la obra de C.S. Lewis "Cartas del diablo a su sobrino". Es un libro muy original. Es un demonio el que escribe a otro demonio joven e inexperto para aconsejarle respecto al trabajo de llevarnos a los hombres al infierno.
Precisamente hubo una carta que me hizo mucha gracia. En ella trata de explicar la mejor manera de "fastidiar" una relación familiar. Me pareció muy instructivo para aplicarnos el cuento todos, puesto que en las relaciones familiares es donde más se puede disfrutar, pero también es donde los sentimientos están más a flor de piel y donde más daño podemos y nos pueden hacer.
Lewis explica al principio de su libro, que él cree en los diablos como algo opuesto al arcángel Miguel, no como opuesto a Dios porque no puede haber una "perfecta maldad", ya que lo único perfecto es Dios. Además no cree que los diablos sean como siempre se les representa: con cuernos, rojos y alas de murciélago. Cree en los diablos más sibilinos, y su simbología del infierno la construye como un "estado-policía", o como las oficinas de una empresa dedicada a negocios sucios. Además el autor cree -y yo la verdad es que también-, que la raza humana puede caer en el error de creer que el diablo no existe.
Y bien, llegamos al meollo de la cuestión. en la carta III, el diablo le explica a su sobrino algunos consejos para que una madre y un hijo -yo lo hago extensivo a cualquier tipo de relación familiar- puedan fastidiarse mutuamente, pinchándose todos los días. Por cierto, que al ser humano del que se encarga el sobrino del diablo, lo llama "el paciente", como si fuera un enfermo.
1.- el diablo fomenta que estemos pensando en nosotros mismos, de esa manera mantenemos el pensamiento lejos de las obligaciones más elementales. Nos lleva hacia el autoanálisis durante horas, sin descubrir ninguno de los rasgos verdaderos de nuestra personalidad. Yo lo traduciría en ese "continuo RUN RUN" que llevamos todos muchas veces en la cabeza y que al final no nos lleva a ninguna conclusión.
2.- Fomentar -y esto es muy divertido- que el ser humano, "el paciente" sea muy "espiritual" hacia su madre, su esposa o hermano. Que se preocupe de rezar mucho por su familiar, y que nunca se preocupe por su reuma, su enfermedad o su problema "arrimando el hombro". Que rece mucho por los pecados de ese familiar y no se centre en la práctica, en la necesidad. De este modo, en la mente del paciente se irá forjando un tipo de madre, de esposa o de hermano que realmente no es. Esto ya es cosecha propia, muchas veces los seres humanos tendemos a ser muy solidarios con lo que tenemos lejos, y somos capaces de abandonar las obligaciones familiares más elementales.
3.- Que los tonos de voz, los gestos del otro sean cada vez más irritables a los ojos del paciente. El diablo aconseja al otro diablo utilizar esta actitud frecuente como un arma arrojadiza fundamental. Anima al sobrino a que nunca deje que el paciente sospeche que él también tiene tonos de voz y miradas que igualmente pueden molestar. Eso es fácil, ya que nosotros -los seres humanos- no podemos vernos ni oírnos con facilidad....
4.- Convertir las palabras teóricamente inofensivas, en ofensivas gracias a tonos de voz cuyo resultado sea poco menos que una bofetada. Por ejemplo: "¿Cuándo está la cena?", aparentemente es una frase inocua, pero depende del tono de voz, se puede convertir en una patada en el estómago... No digo más, todos sabéis a qué me refiero, y no sólo cuando nos los dicen, también lo decimos nosotros.
En fin, como conclusión os recomiendo leer este libro. A mí me ha hecho reír porque no puedes evitar sentirte reflejada. Pero lo que es importante, "EL DIABLO, ... EL ESPIRITU ORGULLOSO... NO PUEDE AGUANTAR QUE SE BURLEN DE ÉL" (esta última cita es de Tomás Moro, no mía, aunque como siempre, la tomo como mía pues estoy de acuerdo con él).
Saludos cordiales
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