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jueves, 7 de febrero de 2013

ESPAÑA Y LA MUSICA

¿Qué pasa en España con la música? Es una pregunta que no paro de hacerme.
No tenemos que ser todos Mozart pero, ¡caramba!, un poco de cultura musical. Hay personas que están absolutamente convencidas que la música te tiene que gustar y tienes que tener el oído ya preparado desde que naces, y que si no tienes ese don innato, estás muerto, musicalmente hablando.

Yo creo que no es exactamente así. No hace falta cantar como un ruiseñor para que te gusten las cuatro Estaciones de Vivaldi, ni tampoco hace falta que sepas tocar el violín para que te guste el concierto para Violín de Tchaikovsky (hablando de este maravilloso concierto, os recomiendo que veáis la película "El CONCIERTO", no os defraudará).

He tenido la suerte de viajar un poco por otros países, y la cultura musical es muy diferente de aquí. En Alemania o Suiza es bastante habitual que la gente sea capaz de tocar un instrumento, o por ejemplo, siempre hay un coro de cuatro voces en muchas iglesias; en Rusia entras en un restaurante más o menos de élite y te encuentras a un Cuarteto tocando música en directo. Es, en definitiva, una costumbre arraigada en la sociedad. Aquí en España, sin embargo, es muy complicado un ambiente así. 

¿Es que en Centro Europa tienen más oído que nosotros? ¿Es que son más listos que nosotros? En mi opinión NO. Yo creo que hay listos y hay tontos en muchas partes del mundo. El problema está en las tradiciones sociales y familiares y, sobre todo, en el sistema educativo. Como en todo, si no te acercas a la disciplina, poco aprenderás por ciencia infusa.

Este problema lo podríamos trasladar a los idiomas. ¿Por qué en Dinamarca, por poner un ejemplo, son prácticamente todos bilingües? Un danés me lo decía en una ocasión: porque son seis millones de daneses en el mundo. Con su idioma no van a ningún lado y para abrirse al mundo es preferible que empiecen ellos a aprender otro idioma en vez de exigir a los demás que sepan el danés. No hay nada mejor para aprender que tener una buena motivación. Es más, tienen una doble motivación: mantener vivo su idioma y abrirse al mundo.

Algo así ocurre también con la fe. Yo creo que es un don que se nos ha dado, pero como no tratemos de ejercitarlo se nos marchita. Es verdad que podemos esperar que Dios nos ilumine, y claro, como eso de iluminarnos no es como el que pone una bombilla de repuesto, hay que mezclarlo con la libertad humana, que es un misterio bastante increíble. Tenemos la opción de rechazar o aceptar la fe. Somos libres.

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